El vodka tenía un sabor fuerte, científica y agresivamente barato. Técnicamente, el vodka estaba hecho de patatas, aunque Norm sospechaba que estaba fabricado por robots mal pagados procedentes de planetas lejanos de ciencia ficción, donde los seres vivos habían dejado de existir y donde la receta del vodka era el legado de unos antepasados humanoides extinguidos desde hacía ya mucho tiempo.
La frase es tomada de Glove Pond, novela escrita por Roger Thorpe dentro de El Ladrón de Chicles de Douglas Coupland y que funciona como subtrama del texto original la cual me recuerda poderosamente a uno de los momentos más memorables de Forbidden Planet (1956), en la que Robby The Robot analiza la fórmula del Whiskey para producir 227 galones del mismo en favor de los sedientos cosmonautas que aterrizaron en Altair IV.
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