Creí durante un rato que la especie humana hubiera sido barrida de la existencia y que yo, el hombre solitario que allí me hallaba en pie, era el último sobreviviente. En lo alto de la colima de Putney encontré otro esqueleto, cuyos brazo dislocados estaban a varios metros del tronco. A medida que avanzaba me iba confirmando en el pensamiento de que, fuera de algunos vagabundos como yo, la especie humana había sido exterminada en aquel rincón del planeta. Los marcianos –me dije- habrían continuado su camino, abandonado esta comarca desolada para buscar alimento en otra parte. Tal vez se hallen destruyendo Berlin o Paris; tal vez se habrán encaminado al norte….
Me quedo con este extracto tras finalizar The War of the Worlds (1898) que me remonta a la mejor parte de la historia en la que se nos relata la desesperanza del protagonista ante el inminente fin de la humanidad, momento que resulta mucho más estimulante que la recta final de la novela que buscando un final políticamente correcto se decanta por una victoria humana cuando todo indicaba que los marcianos se hacían con el control del planeta dejándome un sabor agridulce al cerrar el libro, pese a esto debo reconocer la genialidad de la obra de Wells que sin duda merece ser calificada como de culto.
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