Hace poco la Biblioteca Franklin Delano Roosevelt realizo una exposición sobre objetos personales de Eleanor Roosevelt entre ellos la cartera que porto durante los últimos 20 años de su vida, allí se encontraron una membrecía del Museo Metropolitano de Arte, una solicitud de renovación de su licencia de conducción, un poema sobre los buenos cocineros y el más interesante de todos, un permiso para portar armas. Pensado hoy día el asunto no resulta para nada espectacular pero si lo ponemos en el contexto histórico apropiado resulta por lo menos curioso el hecho que una ex primera dama ande por ahí con un arma de fuego en su bolso y aunque Eleanor declaro que rara vez llevaba consigo su arma, esto no impide que la mire con otros ojos y que me la imagine caminando con su abrigo de pieles en las noches como una especie de Charles Bronson femenil que tomaba justicia con su propia mano.
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