Uno de los clásicos del cine de explotación de los 70´s es sin duda Termina Island, producida por la infatigable Dimensión Pictures la cual nos regala noventa minutos de diversión con una premisa jugosa a no más poder en la que los peores criminales del país son enviados a una isla desierta en la que construyen una sociedad incipiente dominada por el villano de turno que con puño de hierro tienen bajo su manto a la mayoría de reclusos de la isla. La historia tomo un giro con la llegada de Carmen una Pam Grier de segunda división interpretada por Ena Hartman, que se opone a los vejámenes de los que son víctimas las mujeres en el campamento dominado por Bobby el cual las obliga a trabajar duramente en el día para posteriormente cumplir las funciones de amantes de los hombres del campamento. Las cosas no pintan muy bien para Carmen que no tiene más remedio que ceder ante la presiones del líder del campamento que suele disfrutar con los constantes ataques de violencia que surgen entre su grupo, permitiendo luchas, violaciones y asesinatos sin despeinarse un poco.
La historia se retuerce aun más con la presencia de una facción rival que secuestra a las féminas del campamento en un acto de hombría inigualable regalándonos uno de los mejores momentos de la película con una escena de acción tan mal coreografiada que resulta entrañable su visualización. Este nuevo grupo es mucho más laxo que el comandado por Bobby, aquí las mujeres son tratadas como iguales y no como objetos sexuales, permitiendo un desarrollo mayor a las mujeres del grupo que no tardan en convertirse en un tándem erótico a la cabeza de la bien dotada Phyllis Davis, que se suma a Barbara Leigh y Marta Kristen para llenar la pantalla con sus curvilíneas figuras, pasando a un segundo plano la historia de la lucha de poder entre las dos facciones que habitan la isla llevándonos por los terrenos del sexploitation más serie B.
Por supuesto este idílico edén no durara para siempre cuando Bobby envía a sus esbirros para recuperar a sus mujeres, desencadenando el inevitable enfrentamiento en el que un primerizo Tom Selleck traicionara a su antiguo grupo para darle la ventaja al grupo de los good guys que cuentan con pequeñas bombas molotov que les dará la ventaja necesaria para derrotar a sus rivales instaurando un nuevo orden reinante en la isla en la que la igualdad será la bandera ondeante para un final demasiado políticamente correcto para una historia que cumple todos los cánones del cine de explotación.
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