martes, 3 de septiembre de 2013

Blood : The Last Vampire

..Yo no investigo, yo mato

Esta es la frase que permanece en mi memoria al recordar a Saya protagonista de Blood: The Last Vampire (2000), película de animación dirigida por Hiroyuki Kitakubo y escrita por el conocido Mamoru Oshii el cual nos introduce en la vida de Saya, ultima vampiro de este mundo, que se dedica, con la ayuda de una ala secreta del gobierno de los Estados Unidos a cazar unos seres llamados quirópteros que son una especie de monstruos murciélagos emparentados con los vampiros, es así como llega a la base aérea de Yokota con el fin de esclarecer una serie de asesinatos que parecen ser ejecutados por estos extraños seres dada las características de los mismos. Para tal misión Saya se hará pasar por una estudiante del colegio que se encuentra dentro de la base militar  y solo acompañada de su fiel catana dará comienzo a la temporada de caza.

Como podrán ver el guión está repleto de elementos tópicos, tenemos por un lado la heroína dispuesta a todo con tal de alcanzar su objetivo y por otro un grupo de seres con apariencia humana sedientos de sangre en una serie de componentes que buscan más la clara identificación de la línea temática de la obra que la creación de un arco argumental amplio, teniendo en cuenta por supuesto la corta duración de la misma que no supera los cincuenta minutos, es por esto que no se permite un amplio desarrollo de los personajes, apenas si alcanzamos a conocer sus motivaciones, en el caso de Saya, los demás resultan elementos casi decorativos pero no por ello menos estimulante al crear una obra que se decanta más por un tour de forcé que inicia casi desde el primer minuto y que no parar hasta alcanzar los créditos finales.


Pero sin duda es el personaje de Saya lo que más resalta de la película, su personalidad fría y calculadora, con una sed de venganza casi inagotable me recordó a Meiko Kaji en la maravillosa Lady Snowblood (1973) de la que creo los encargados de la parte artística tomaron rasgos definitorios, especialmente esa mirada gélida que te atrapa por completo, creando un personaje tremendamente sugerente capaz de perseguirte hasta el fin del mundo con tal de cumplir la misión que se le encarga.                              

                                 

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