Tenía la vista fija en el cielo, la mandíbula fofa y la boca abierta. Henry siguió su mirada y apenas dio crédito a sus ojos. Una serie de círculos luminosos, nueve o diez en total, recorrían lentamente las nubes bajas. Para verlos, Henry tuvo que forzar la vista. Les encontró un parecido con los focos que horadaban el cielo nocturno en los estrenos de Hollywood, pero en el bosque no habían focos, ni tampoco se veían los haces en la nieve. Lo que proyectaba aquellas luces tenía que estar encima de las nubes o dentro de ellas. Daba la impresión de moverse al azar, sin dirección, y de repente Henry se sintió invadido por un terror atávico. Lo cierto era que parecía brotar de muy adentro, de las profundidades de su ser.
Aparte de Dreamcatcher (2001), novela escrita por Stephen King que entre los más acérrimos fans tiene poca valoración y es una de las más criticadas, aunque por ahora para mí la novela funciona de maravilla, tiene el enganche característico de King y todo parece indicar que desembocara en un lio alienígena que promete demasiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario