Tras el éxito de Alien (1979) de James Cameron la avalancha de productos de similar tendencia no se hizo esperar, era el momento para el terror espacial y los directores del exploitation no tardaron en buscar una parte del pastel. Es así como la gente de New World Picture contacto con Roger Corman un viejo zorro en el mundo del exploitation que para el momento contaba con más de 50 películas en su haber para que se encargara de producir un Alien que llenera las arcas de la pequeña productora. Con este propósito se recluta a Bruce D. Clark quien se encarga de aportar la historia y el talento tras las cámaras para engendrar esa delicia fílmica que es Galaxy of Terror (1981).
La historia comienza con la nave espacial Remus que se encuentra en la superficie del planeta Morgantus, allí nos encontramos con un miembro de la tripulación que huye despavorido de algo que parece perseguirle hasta que finalmente logra atraparle matándole al instante en una escena bastante chunga. La acción se traslada entonces al planeta Xerxes en donde un ser misterioso llamado el Amo se entera de la noticia de la desaparición de la nave Remus ordenando de inmediato la concebida misión de rescate. Es aquí cuando las cosas se ponen interesantes cuando vemos un desfile de luminarias de la serie B ser reclutados para esta misión; contamos entonces con la capitán Trantor interpretado por Grace Zabriskie pre Twink Peaks y mucho antes de enloquecer y dedicarse a la poesía, el comandante Baelon encarnado por el prolífico actor de cine erótico Zalman King, Erin Happy Days Moran como la telepata Alluma, Robert Englund antes de ser Fredy Krueger y el rubio de V invasión extraterrestre haciendo de mecánico con ínfulas de capitán, Quuhod un silencioso guerrero interpretado por Sid Haig a.k.a Capitán Spaulding, la ingeniera Dameia en la piel de la maciza Taaffe O'Connell y finalmente nuestro marciano favorito Ray Walston en el papel de cocinero misterios.
Con este selecto grupos las cosas no podría estar mejor, pero increíblemente las cosas mejoran cuando somos testigos de uno de los despegues más psicotronicos jamás filmados, nunca vi tantos paneles de bombillitos en una sola escena, la cantidad de perillas y suiches es sencillamente encantadora. Debo reconocer que este tipo de artilugios me cautivan demasiado, además si son utilizados sin lógica alguna por los avezados astronautas mucho mejor, como en el caso de Galaxy of Terror donde los personajes se dedican a hundir botones sin cesar durante varios minutos hasta que el acostumbrado aterrizaje forzosos determina el fin de la sesión de botones.
Luego del aterrizaje los miembros de la misión de rescate van en pos de la nave Remus, al encontrarla se dan cuenta que no existen sobrevivientes, la única pista para resolver el misterio parece hallarse en una pirámide que se encuentra cerca de la nave, el equipo entonces se dirigirá hacia la extraña estructura que al adentrarse en sus pasillos nos ofrecerá la típica cuota de eliminación del cine de género. Es así como uno a uno van cayendo nuestros avezados astronautas victimas de lo que parece ser una fuerza maligna que los hace presa de sus propios temores, regalándonos una de las muertes más bizarras del sci-fi de los 80’s protagonizada por Taaffe O'Connell que literalmente es violada por un gusano gigante que tras la injuria espacial no le tiembla el tentáculo para cargarse a la pobre Dameia.
Finalmente solo quedara un sobreviviente de la misión de rescate que se verá la cara frente a frente con el Amo que le revelara las verdaderas intenciones de la misión y el por qué han sido elegidos para la misma resultando en un final algo descafeinado, teniendo en cuenta el despiporre visual ofrecido con anterioridad, pero que no deja de ser un punto olvidable ante el disfrute que es sentarse frente a la pantalla y dejarse llevar por la injustificable historia de Galaxy of Terror que tiene completamente merecida su calificación de película de culto.
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